28 de octubre de 2011

DERECHOS HUMANOS - EL MAL


LA CONNIVENCIA DEL MAL


El mal. Risas sarcásticas. Connivencia. Un jardín de infantes siniestro tras las rejas que parecen una cuna. Una división de compañeros de secundaria. Como en La Ciudad y los perros. Compañeros de jauría.

Son las 12, hora de inicio de una nueva audiencia en el juicio que juzga las responsabilidades de 26 represores en los delitos de lesa humanidad cometidos en seis Centros Clandestinos de Detención del denominado Circuito Camps durante la época del Terrorismo de Estado. Son las 12, demasiado temprano para una justicia que llega de a poco. Los 26 represores ya están allí sentados, pero la sala está vacía, algunas butacas se van llenando.


“Tiene que comprarse un par de anteojos, de esos que vienen con los ojos dibujados“ le dice el agente del Servicio Penitenciario Federal a uno de los imputados (¿Machuca?), “así se duerme tranquilo y nadie se da cuenta”, agrega haciendo el ademán de cerrar los ojos y recostar la cabeza sobre el hombre derecho. Algo le contesta ¿Machuca?, algo inaudible en su ronca voz, pero que provoca la carcajada de ese coro del mal. Risas cómplices. Connivencia.

Hay un respeto de pares, como quien sigue ejerciendo un poder seductor sobre esos perros. Se acerca un abogado, el Penitenciario se corre conspicuamente, y el cuervo y su cliente se estrechan la mano sonrientes. Esa también es una sonrisa de pares, pero la complicidad es otra.

El otro lado. También hay connivencia de este lado. La sala se va llenando lentamente, hay saludos, abrazos, palmadas fuertes. Cuando se inicia la audiencia, el presidente del tribunal llama a Elsa Pavón, quien entra por entre bambalinas en un andar lento y seguro. Es el andar de la verdad. Elsa es una de las figuras emblemáticas de esta lucha que encarna en algunas figuras, como la de ella, como la de Chicha. El público aplaude. También hay connivencia de este lado.

Elsainicia su relato, aunque no sea el caso de desaparición de sus hijo por el cual está citada a hablar, ¿cómo no dejarla hablar de Monica Sofia Grispon y su esposo CLaudio Ernesto Logares? ¿cómo no escuchar el relato de su desapareción en Montevideo, el 18 de mayo de 1978? Especialmente de la desaparición con la hijita de ambos, Paula Eva Logares, que en ese momento tenía 23 meses.

Elsa cuenta así dela búsqueda en Uruguay, de su regreso a Buenos Aires, de esa loca idea de que “la nena podía haber sido dejada en la frontera, o ser abandonada en algún lugar”. “No sé, no puedo explicar que es lo que pensé”. Claro, ¿o acaso es posible pensar? ¿Es que hay alguna lógica para tamaño crimen?

Luego, sí, Elsa va a lo que el tribunal espera, su llegada a La Plata a buscar en los Juzgados de Menores, su encuentro con “cuatro señoras”, “en ese momento ellas me comentaron que eran un grupo,que había nacido el 11 de noviembre de 1977 y que se llama Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos”

En ese grupo estaba Chicha Mariani. “Nos elegimos como hermanas” dice “y nunca más nos separamos. También hay connivencia de este lado. 

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