5 de noviembre de 2011

DERECHOS HUMANOS - FUGA


PUNTOS DE FUGA


RepertoriosYa sabemos, a esta altura de los juicios por delitos de lesa humanidad cometidos por el Terrorismo de Estado entre 1976 y 1983, que el dar testimonio es para la víctima un momento de gran ansiedad. Se pone en juego allí una lucha de más de 30 años, o un silencio igualmente largo, o la posibilidad de cumplir ese mandato social de “hablar por los que no pueden”. Brindar un testimonio es andar hacia atrás toda esa historia, y no sólo recordar un momento, y por ello mismo puede ser tanto un momento reparador como una instancia de revictimización.


Para controlar esa angustia los testigos recurren a algo que podríamos llamar “repertorios sociales”: esquemas del relato que estructuran un discurso que, en principio, carece de representación. El recuerdo de un hecho traumático es siempre un recuerdo estallado. Son nombres, olores, imágenes, referencias espaciales, horas y fechas que no tienen conexión entre sí y que tienen además como telón de fondo un dolor que no puede ser nombrado. Estos repertorios permiten dominar el caos, pre formarlo a la representación y habilitar una palabra posible.

Y esa palabra al andar, al entrar en diálogo con esos otros actores que conducen el guión de la escena judicial, va plagándose de puntos de fuga: efectos no esperados del recuerdo, lo anecdótico de la historia, el vació que produce la imposibilidad de comprender el telón de fondo del relato y que se hila en un continuum de fallidos de jueces y abogados. Es la singularidad de la experiencia concentracionaria.

NievesEste lunes, en la 16va. audiencia del Juicio que investiga las violaciones a los Derechos Humanos cometidas en  centros clandestinos del denominado Circuito Camps, se volvió a escenificar este drama delTerrorismo de Estado una vez más. El juicio está avanzando con las declaraciones que conciernen a los hechos ocurridos en el “enfrentamiento” (“perdón, ataque” se corrigen los abogados una y otra vez) en la casa de la calle 30, donde fueron asesinados Diana Teruggi, Daniel Mendiburu Eliçabe, Roberto César Porfidio, Juan Carlos Peiris y Alberto Oscar Bossio, y fue secuestrada ­–como está siendo demostrado en este juicio- Clara Anahí Mariani – Teruggi.

Declaró así Nieves Luján Acosta, compañero en la Unidad Básica de Diana y Daniel Mariani, quien estuvo reunido con Daniel unos 10 días después del ataque y que le confirmó que a él le constaba que Clara Anahí había sido sacada con vida de la casa. Nieves fue secuestrado un año después y llevado a la Brigada de Investigaciones donde compartió cautiverio con Aued y Cañas. Señaló que si bien estaban tabicados pudo hablar con ellos, que le confirmaron que se encontraban en ese Centro Clandestino. “Y ¿de qué más hablaba con ellos?”, preguntó un abogado, “de fútbol y cosas así” respondió Nieves.

De la Brigada fue trasladado el 14 de agosto al Pozo de Banfield, lugar donde permaneció un mes, hasta que el 13 de septiembre es liberado desde la Comisaría 3° de Valentín Alsina. “¿En qué lo llevaron a la comisaría?”, preguntó una bizarra abogada defensora que ya había protagonizado una entrada retrasada digna de Gasalla. “Me imagino que en una camioneta”, contestó el testigo”. “Ah, se imagina” enfatizó la abogada como descubriendo una veta de ficción en el relato. “Claro, me imagino porque estaba tabicado, ¿no?”.

Luego siguió la declaración de la hermana de Oscar Bossio, quienes eran vecinos del barrio y compañero de militancia del matrimonio. El 18 de noviembre su padre le pide que no se acerque a la casa porque la misma estaba quemada y que había que sacar a dos criaturas de allí. El presidente del Tribunal le pregunta por la fecha nuevamente, a lo que ella cree que era el 18 y que no recuerda si ya había caído el ingeniero que había construido la imprenta. Ante cierto aire de perplejidad, la testigo aclaró “Quemada quiere decir que ya estaba marcada”.

VerdadEl testimonio sólo va siendo posible en el marco de un repertorio social aprehendido subterráneamente. Pero en el encuentro con la palabra del otro se producen dislates y malentendidos, puntos de fuga que son las marcas de los sujetos singulares que se inscriben en esos moldes. Las preguntas de los abogados producen esos puntos de fuga al tiempo que permiten al sujeto apropiarse del discurso social. “Me entiende lo que le digo, doctor”. Esos puntos de fuga dan cuenta de una verdad que está más allá de la prueba material reconstruida.
Fotografía gentileza de Matías Adhemar


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